Aunque muchos hablen de estar en la panza de la madre como el paraíso perdido, creo que desde allí yo ya tengo contacto con el dolor.
Desde hace años que le doy vueltas y vueltas a mi relación con el dolor.
Más allá del diagnóstico que causa ese dolor, sea el tipo de dolor que sea, lo que me inspiraba en esta búsqueda era cómo me vinculo con él.
Ayer un colega me contó que su maestro de Técnica Alexander luego de varias veces que él se quejaba de su dolor de espalda el maestro le contestó: “la verdad que no me interesa tu dolor”. Fue como un cachetazo para mi escuchar esta respuesta.
Ayer un colega me contó que su maestro de Técnica Alexander luego de varias veces que él se quejaba de su dolor de espalda el maestro le contestó: “la verdad que no me interesa tu dolor”. Fue como un cachetazo para mi escuchar esta respuesta.
Me quedé
pensando, tratando de entender el pensamiento y cómo se llega a contestar algo
así. Lo pude justificar de mil maneras, pero lo más rico es que a partir de
esta anécdota algo nuevo surgió en mi.
Creo que
fue la acumulación de lo que fui viviendo, conociendo y enfrentando
en todos estos años, pero de repente algo cobró sentido.
Recorrido
del dolor
Algo que
me era muy interesante observar era cómo los dolores iban teniendo un recorrido
en el transcurrir del tiempo.
Por más
que a veces desesperaba y creía que ese dolor jamás se iría de donde estaba, me
daba cuenta que si era realmente sutil en mi observación, yo sabía que se iba
modificando y moviendo.
También
mi vínculo con él iba transformándose, pero en el fondo siempre había algo de
base: “No quiero que exista ese dolor”
Claramente
ésto me colocaba fuera del presente. Estaba mi SER en un futuro incierto.
Amando
al dolor
Muchos
años de conocer e investigar en Krishnamurti, Alexander y distintas ramas del
conocimiento y todavía no había llegado el momento de verdadero contacto con el
dolor.
De
repente apareció una frase en mi vida q me dio paz….. "Y cómo no voy a tener
dolor si…..”
Me llevó
directamente a tener ese encuentro directo con lo que había y no con lo que yo
quería que hubiera, aceptar esa condición y desde allí empezar el diálogo con
amor.
Viendo
una charla de Bruce Lee (personaje jugosísimo para conocer) donde hablaba de
sus movimientos y su sinceridad de expresión, en un momento nombra al AGUA y su
FLUJO, esa palabra que tantas veces trabajé e investigué en Laban, pero como
sabemos, cada vez el “entendimiento” es más profundo según la profundidad
de la investigación y las experiencias, y algo nuevo en mi apareció.
Habiendo observado cómo el dolor tenía su recorrido, ahora era el tiempo de darle
una dirección y un permiso para fluir.
Transformación
del dolor
Al permitir que el dolor pueda transformarse fluyendo y tomando nuevas direcciones, lo que antes era enojo, no aceptación, restricción, apuro y DOLOR, poco a poco se va convirtiendo en movimiento, disponibilidad, presencia, sinceridad, equilibrio y
confianza.
LIBERTAD.
LIBERTAD.
¡Qué linda reflexión Ceci! El encuentro con el dolor, y su hermano el miedo, es un viaje épico que pocos se animan a emprender.
ResponderEliminarGracias por visitar el blog! abrazo
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